No es el titilar de las luces
Ni el invierno que se cuela por mi ventana
Ni la cuidad descolocada
Tampoco es que no sepa que hacer con estas manos vacías
Ni que este perdiendo mi horizonte
Es, simplemente el espejo
Una cama vacía, el silencio
El grito silenciado
Las madrugadas de insomnio
El recuerdo febril
La tormenta que amenaza mi puerta
Un pasado que no cicatriza
El dolor del daño que me hicieron
Uno que todavía se alarga
Un tiempo que no cesa
Dias tan largos que parece que los vivo dos veces
Algo que se asume y no se lucha
Dolor entumecido y acentado
Duelo, todo lo que se me cae de las manos
Caen como gotas de acido los recuerdos
Supuran la herida, gritos de desesperación
Entre todo este llanto y desamparo
Entre la podredumbre que significa existir
Así te das cuenta que el dolor es lo único que te recuerda que sigues viva.